En realidad opto por vivir las mentiras. Esas pequeñas mentiritas que me hacen bien. Esas fantasías mientras cierro los ojos para dormirme. ¿Quién va a negar que en esos momentos no empieza a imaginar situaciones? Las amo, las adoro, las disfruto como pocas cosas. Porque tal vez nunca me animaría a realizarlas, pero en mi cabecita lo peor que me puede pasar es pensar que es mejor no hacerlo y listo. Y dicen que el que no arriesga no gana. ¿Pero si no tenemos nada para arriesgar? ¿O si en realidad no queremos ganar nunca? ¿O si nos divierte más vivir las cosas con miedo y sin decisión? ¿Si prefiero vivir en mi cabeza antes que en vivo y en directo?